7/11/07

…8…9…10 OUT!!!: TRAVIS en Chile

Eran pasadas las 2:00 P.M. del domingo 4 de Noviembre. Por mi cabeza ni siquiera cruzaba el atisbo de que ciertas famosas bandas tocarían acá ese día y me disponía a capear una más de las recientemente estrenadas, calurosas tardes santiaguinas. Sin embargo, el destino a veces te tiene sorpresas; suena el teléfono y tres minutos después, estupefacto, soy dueño de una entrada al famoso Festival Fénix(nombre de productora…en fin), en el “Arena Santiago”. A un amigo, le sucedió algo similar alguna vez, y la rúbrica de su desconocido benefactor fue: “…para que veas que la vida es redonda…”. (Agradezco nuevamente a mi benefactor, cuya identidad mantendré en anonimato por mi futura seguridad)

Starsailor (UK) y The Killers (USA) son dos bandas que había escuchado en ocasiones anteriores y que no me habían causado gran sorpresa. Sin embargo, lo de los escoceses TRAVIS, me tenía ansioso. La música de estos muchachos de Glasgow, había sido parte del “soundtrack” de mi vida hacía unos 3 años atrás.

La previa, entre reventa, calor, multitud, se me hizo interminable. A esto súmale el show de los correctísimos y puntuales Starsailor. A pesar de que la calidad del sonido durante toda la jornada, (salvo gran parte del show de TRAVIS), fue inesperadamente deficiente para un espectáculo como este, los chicos demostraron un gran oficio, propio de las grandes ligas. Sin embargo, no logré conectar. Algo me tenía un poco aburrido y ansioso. Quizá fue que no me cuajaba lo que veía con lo que escuchaba, o la falta de melodías interesantes, o la cadencia espesa de algunos de sus temas, o simplemente los tributos criticables a Elvis (Suspicious Mind) o The Beatles (Tomorrow Never Knows). Destaco algunos de sus singles y un acertado cover de “My Umbrella” de la guapísima Rihanna (Dato de mi compañero en la banda c.o.n.e.j.o y amigo Jaime Albornoz).

Pasaron los minutos y como dice el invisible personaje del bienamado programa Rojo “¡¡Llegó la hora!!”; Me incorporo sorprendido al escuchar la famosa fanfarria de la Twenieth Century Fox. Sorprendente también, de un modo extraño en un principio, mi primera impresión es un Deja Vú. Hace casi 10 años, tal como esta vez, recibí de regalo una entrada para el concierto de U2, en el Estadio Nacional (ese de la famosa gira del limoncito). Un día calurosísimo, tal como esta vez, y Bono Vox entrando al escenario luciendo una capa de boxeador, tal como los chicos de TRAVIS esta vez.

Las crónicas y comentarios ya deben haber aparecido en los medios importantes, y prefiero no hablar mucho de eso. Nada más mencionar que fue un show impecable, oficioso, quizá aletargado a ratos, pero con muchos momentos intensos. Con un Francis Healy, haciéndote partícipe de lo que pasaba, con frases como “Es raro venir desde un lugar tan frío y lejano como Glasgow, y encontrarse con un calor así”, que podrían rozar el cliché, pero que demuestran al menos sorpresa y un grado de conexión con la audiencia.

Yendo al punto, Lo que sucedió conmigo durante la siguiente hora y media, fue el perfecto complemento para la metáfora iniciada por la banda: recibí un buen swing de izquierda y una derecha directo al mentón. …1…2…8...10… OUT!
Momentos antes, había tenido una conversación con Jaime, acerca de cómo veíamos, vivíamos y sentíamos nuestra labor y resultado, como músicos, compositores o simplemente como gente dentro de la banda, y creo que el ver a TRAVIS, hizo imposible, para mí, cualquier comentario posterior, sin una previa reflexión.

El show de TRAVIS me tomó por sorpresa, apretándome la garganta y haciéndome revivir momentos felices. Me hizo recordar canciones que había canturreado mucho tiempo atrás, y revisitar vívidas sensaciones que había experimentado antes, sólo al ver años atrás a “P.J. Harvey” (que a propósito sacó disco chicos, “White Chalk”; aún no lo escucho pero lo tengo ahí pendiente). Pero por sobre todo, me encontró en uno de esos momentos de la vida, en el que inevitablemente tenemos que cuestionarnos, el sentido de las cosas que estamos haciendo.

La hora y media, cargada de momentos entretenidos y emotivos, desde cierta perspectiva, podría haber resultado, hasta “mamona”, por así decirlo, salvo por un par de cosas: lo que oías, veías y recibías como energía desde el escenario, tenía un sentido completo. “Estos locos tienen un don”, me comentó Jaime en un momento. Y claro, se pudo percibir un carisma, una consecuencia, una intensidad y por sobre todo, y espero no equivocarme, una labor realizada de manera honesta, poniendo entrañas y corazón. Es esa visión de que el tipo ahí al frente, está desnudo ante la multitud entregándose tal cual es.

La reflexión intenta ir mas allá de la fama, la plataforma o el formato de esta u otras bandas y proyectos que han logrado transmitirme algo parecido: Arcade Fire, Yo la tengo, Dinosaur Jr., Elliot Smith, Nutria N.N, y sigue la lista, (Sin afanes de citar, y si usted lector no las conoce, le sugiero que meta estos nombres en emule)

Todas estas ideas que pasaron por mi cabeza en esos momentos, hicieron y siguen haciendo que me cuestione, si la labor musical que estoy haciendo, tanto de manera individual (desde por que toco guitarra, hasta por que uno crea tal o cual arreglo, ambiente o letra), como junto a mis compañeros de c.o.n.e.j.o, o del mismo colectivo, se acerca o nos llevará, en algún momento, a recorrer un camino orientado en esa dirección. La respuesta parece ser todo un desafío.

La conclusión, que parecía clara desde un principio, se volvió aun más clara: la música, como el resto de las artes, resulta más gratificante si se hace con el corazón y con las vísceras, sin importar el formato que a uno le acomode, o el lenguaje en el que uno intente comunicar. Finalmente fue una vuelta de rueda para volver a una conclusión similar, pero reafirmada, y que espero, nos otorgue como artistas (o intentos de), el espíritu de realizar las cosas con una mayor convicción, y de este modo, lograr esa intensidad y conexión con el propio trabajo musical. Quizás algún día alguno de nosotros, sienta en su estómago las consecuencias provocadas por una multitud cantando emocionada, lo que un día fue compuesto entre cuatro de nuestras paredes.

Lo que vino después, para mí, es casi una anécdota. The Killers: una gran banda. Beat a mil, mucha potencia, glamour y excelentes melodías, que sorprendentemente, me dejaron indiferente, sumado a que nuevamente el sonido nos jugó una mala pasada. Sin embargo a esas alturas ya daba lo mismo. El puñetazo ya había sido recibido.

Mis highlights del concierto, (disfrutando desprejuiciadamente del efectismo de los símbolos)

  • Escuchar a Fran Healy declarando “Esta canción la compuse el día que supe que sería papá…me dije,¡diablos, que se vendrá ahora!”, (intro para “My Eyes”)
  • “Flowers in the window”, cantada por toda la banda abrazada frente a un micrófono con una guitarra.
  • “Turn”: Mi canción favorita de la banda, partiendo con Healy y Andy Dunlop (Guitarra), saltando desde lo alto del bombo de la bataca.

Me acuerdo y pienso, puta que me está haciendo sentido esto de: “…para que veas que la vida es redonda…”

Arturo Ríos
c.o.n.e.j.o

Comentario aparte: Estos tipos de las productoras, definitivamente se llenan los bolsillos elitizando este tipo de eventos. Una vergüenza que se vendan entradas de 60 mil pesos para una cancha segregada detrás de un espacio “VIP” a 80 y tantas lucas. ¡Si ni el Coco Stambuk tenia plata pa pagarlas po! ¡El colmo!

1 comentario:

Gian Paolo Gritti dijo...

nosotros tocamos en esa huea, afuera, cagaos de calor, antes de primavera de praga, nos nos pagaron niuno.